Mi pena es este recuerdo permanente,
y la paciente soledad es mi remedio.
No llevo los pies atados a los tobillos
y sin embargo, no me muevo.
Tengo la voluntad casi perdida por tanto usarla,
y el cansancio tan cansado, que apenas me hastía
lo que ya conozco, el empeño
en soltar amarras de la piel que no es mía.
La pretensión del olvido envejece
y se hace polvo. Y allí está ella, donde no se alcanza,
como el primer día.
¿ya volviste a tocar las plantillas?
Posteado por apio, veo turbio - 26 de Mayo 2004 a las 08:52 PM