Cada día, en cada hora, multitudes de palabras
se intercambian entre bocas y orejas.
Cada cual, algunas veces, se empeña en demostrar
nosequé paraqué. Es la comunicación humana, tan efectiva
como la bombilla de cartón.
En cambio, algunas ocasiones especiales iluminan
los rostros de quienes saben evitar las palabras
y se reúnen en compañía de diez dedos y una mirada de frente
-tan poco comunes hoy día-.
Incluso, se puede decir, es posible realizar algo magnífico
de las miserias de cada uno, cuando bailan vivas en unos labios
extraños.
No es una alegoría del amor. Es el estúpido romanticismo
del desencanto.
¿Seguro que no es una alegoría del amor?
Posteado por Timón - 16 de Abril 2004 a las 05:23 AM