Nunca imaginé que pudiera existir una ciudad sin sol. Todos los días eran grises, aunque estuve poquito tiempo y tal vez era el color de la temporada. Allí conocí a T., un muchacho extraordinario de treinta y pocos años, con muchas ganas de vivir y hacer. Durante dos días convivía con él, y me ocupaba de cuidarle. Lo más difícil para mí era moverlo de un lugar a otro. Aunque disponía de una pequeña grúa, hacerlo de forma que no fuera doloroso para él era complicado. A pesar de todo T. lo ponía siempre todo muy fácil, tenía mucha paciencia y me permitía aprender poco a poco. Tengo muy buenos recuerdos, y algunos menos gratos, como aquella vez que me perdí en la ciudad con el coche volviendo de hacer la compra, y cuando conseguí regresar me lo encontré frente a un PC bloqueado, su herramienta de trabajo. Media hora mirando una pantalla inmóvil, tan inmóvil como él. Con T. comprendí que lo esencial es la actitud y la energía de que se dispone, y que hemos aprendido a quejarnos en vez de fabricar remedios.
Y toda esta parrafada porque he tropezado con un botecito de cacao lleno de bolígrafos y portaminas, el único recuerdo que traje: Drinking Chocolate Just Add To Hot Milk.
ahora tu también eres extraordinario porque aprendiste a sentir distinto y nos lo recuerdas. Lo importante es no olvidar nuestra fortuna vital.
Posteado por rita - 12 de Noviembre 2003 a las 08:36 PM